Los Desposorios de la Virgen, de 1504, es una pintura realizada con temple y óleo sobre tabla. Este cuadro, fruto del gran Rafael Sanzio, procede de La entrega de las llaves a san Pedro de Perugino, su maestro. Aunque Rafael confiere a su obra, en este caso, una unidad y un orden muy superior.
Los Desposorios de la Virgen se componen de dos zonas claramente contrastadas; así en la parte baja, un primer plano con las figuras principales, la Virgen y san José, éste colocando el anillo matrimonial en presencia del sumo sacerdote. La figura mariana lleva un cortejo de doncellas, mientras que san José está acompañado por varios varones; uno de ellos rompe su vara con la rodilla, simbolizando su renuncia a desposar a la virgen, cuya mano pretendía.
Como podemos observar el gran Rafael ha caracterizado a los personajes con un criterio heterogéneo. Las figuras femeninas, el sacerdote y san José visten "a la antigua", mientras que la indumentaria del grupo de hombres responde a la moda italiana del siglo XVI. De la misma manera trata a los personajes que pueblan la mitad superior del cuadro, es decir, los términos que median entre la escena principal y el templo que cierra la composición.
Como refleja la imagen, el templo queda descrito con minucia y rigor. Se trata pues de un edificio de planta poligonal de dieciséis lados, erigido sobre un podio escalonado y cubierto por cúpula con lucernario.
El templo, relacionado con el Templete de San Pietro in Montorio realizado por Bramante en el año 1502, constituye el punto clave de la composición espacial. Muestra una maravilla de exactitud en el dibujo, que pone de manifiesto las excelentes dotes de Rafael para la arquitectura, sin descuidar el diseño de las figuras.
Las figuras de primer plano, en efecto, aparecen dispuestas según una curva que repite, ampliando la de la columnata. Las líneas de perspectiva del pavimento de la plaza unen el templo con las figuras consiguiendo así un organismo central unitario. En torno a su cuerpo central se desarrolla una galería porticada, cuyo espacio interior subraya la presencia de tres figuras en primer plano.
La preocupación por los conceptos espaciales leva a Rafael a mostrar el horizonte lejano a través de la puerta del templo, abertura que facilita la conexión entre las onduladas líneas del paisaje que se extiende a ambos lados del edificio. La forma del templo también se encarga de determinar la agrupación de las figuras y las proporciones de los llenos y los vacíos, no sólo lo consigue a través de los colores, sino mediante la difusión circular y envolvente de la luz obsérvese ahora cómo las figuras no forman una sino dos curvas que se cruzan: una abierta hacia el exterior y concéntrica al giro de la columnata, y la otra abierta hacia el exterior, hacia los espectadores. Esta genialidad manifiesta una comunicación más allá del mismo cuadro.
Finalmente añadiremos un curioso dato en los pies de San José. En su pie izquierdo pueden contarse 6 dedos, que se debe a una tradición que asocia a esta anomalía la capacidad para un sexto sentido y una capacidad para interpretar sueños proféticos.
Posteriormente Rafael Sanzio plasmaría esta “especial” característica en la obra “la Madonna de San Sixto”, en la que pintaría seis dedos al Papa Sixto IV.
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