Como ya hemos hablado de escultura y pintura, ahora vamos a adentrarnos un poquito por el mundo de la arquitectura. Para ello traeré a colación una magnífica obra arquitectónica del Quatroccento: la cúpula de la catedral de Santa María del Fiore. Tiene por autor a Filipo Brunelleschi (1377-1446). Se trata de un proyecto presentado en 1418 que comenzó a construirse en 1420 y fue completado en 1436.
Y es que la enorme cúpula de la catedral también tiene su historia. La catedral sobre la que se alza la famosa cúpula brunellesquiana fue un proyecto de Arnolfo di Cambio en 1296. La primera piedra fue puesta el 8 de septiembre de 1296. Tras la muerte de Arnolfo di Cambio con el templo inconcluso los trabajos en la catedral se ralentizaron muchísimo, llegando incluso a suspenderse las obras de su construcción durante treinta años. Sería en 1331 cuando la Cofradía de los Mercaderes de la Lana (recordemos que de la construcción de esta catedral aparece el bloque de mármol en el que posteriormente Miguel Ángel esculpiría el David) asumió el patronazgo exclusivo para la construcción de la catedral y nombraron a Giotto como maestro de obras y asistido por Andrea Pisano continuó el diseño de Arnolfo di Cambio. Su triunfo mayor fue la construcción del campanile (campanario) pero murió en 1337, dejando inacabada la obra.
Andrea Pisano continuó con los trabajos hasta que éstos tuvieron que abandonarse a causa de la Peste negra en 1348. Varios arquitectos después y tras continuas detenciones y reanudaciones la nave de la catedral quedó completada en 1380, quedando sin terminar la cúpula.
Y aquí es cuando interviene el genial Brunelleschi. Salió a concurso la adjudicación de las obras para el arquitecto que llevaría a cabo la nueva cúpula que cubriría el crucero del Duomo florentino. Varios arquitectos lo habían intentado sin éxito ya que antes o después la cúpula cedía por el espacio tan grande que los arquitectos habían dejado para su construcción, en concreto 45,6 metros. Incluso la solución de algunos arquitectos de la época fue llenar la catedral de tierra hasta la construcción de la cúpula y, una vez construida, volver a vaciarla. En cualquier caso dos fueron los aspirantes: Lorenzo Ghiberti (ya conocido por su gran trabajo escultórico en Las Puertas del Paraíso) y Filipo Brunelleschi.
Ganó Brunelleschi por su genial solución al problema: las tradicionales estructuras no eran suficientes para soportar el excesivo peso de la Cúpula. Brunelleschi, después de años de estudios, inventó un nuevo y genial método de mampostería que le permitía a la cúpula autosostenerse durante la construcción. Este innovador sistema se basaba en una composición de ladrillos que se cruzaban, de este modo el resultado fue una doble bóveda que se autosostenía.
La enorme bóveda pesa 37 toneladas y contiene más de 4 millones de ladrillos. Brunelleschi tuvo que inventar máquinas elevadoras especiales ad hoc para izar las piedras grandes.
Haciendo referencia a la forma observamos una cúpula de perfil apuntado, en cuyo exterior destacan ocho nervios realizados con sillares de mármol blanco de cuatro metros de espesor, que se levanta sobre un tambor de planta octogonal realizado en piedra.
Cada uno de sus ocho lados está revestido por placas de mármol (blanco y verde) y presenta un gran óculo central.
En el punto de convergencia de los nervios se alza una linterna prismática, de ocho lados y 16 metros de altura, con contrafuertes rematados por volutas y cubierta por una estructura cónica coronada por una esfera de cobre dorado sobre la que se alza una cruz.
El autor, como ya hemos dicho, encontró una majestuosa solución para levantar la construcción sin que fuesen necesarias cimbras de madera que soportasen la estructura durante el desarrollo de las obras.
Gracias a este efecto, Brunelleschi concibió una doble cúpula, exterior e interior, de perfiles apuntados, de modo que existiese un espacio vacío entre ambas, siempre constante y con un sistema de vigas de refuerzo que se extienden horizontalmente entre los nervios.
La cúpula interior, de menor tamaño, posee un total de 24 nervios construidos en ladrillo que reciben las descargas de la estructura, dividiendo el peso de su carga y llevándolo hasta el tambor.
La cúpula interior, de menor tamaño, posee un total de 24 nervios construidos en ladrillo que reciben las descargas de la estructura, dividiendo el peso de su carga y llevándolo hasta el tambor.
La enorme y novedosa bóveda acabaría realzando el nombre de Florencia y convirtiéndose en símbolo de la Florencia que llegó a ser centro del humanismo del siglo XV.
Para finalizar, qué mejor manera de hacerlo con esta preciosa fotografía nocturna de la catedral y la cúpula de Brunelleschi presidiendo majestuosa la noche de Florencia.
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