La magna escultura es del artista Miguel Ángel Bunarroti, se trata de una obra de bulto redondo, lo que significa que se puede ver desde todos los ángulos, pero el punto de vista preferente es el frontal.
En la Piedad se recoge el tema de la muerte de Jesús. Así podemos observar a una Virgen joven, bella y piadosa cuyas vestiduras se expanden con numerosos pliegues y agrandan su volumen a la altura de las rodillas, sobre las cuales descansa con mucha naturalidad su hijo muerto. Mientras que Jesús aparece cubierto por un paño, símbolo, de puereza doblado con pliegues irregulares que sujeta un cordón doble. Los movimientos complementarios de las cabezas, una hacia delante y otra hacia atrás, y de los brazos, el de María levantado, libre, lleno de vida y el de Cristo caído, inerte; el contraste entre el claroscuro de los drapeados y la tersura de la anatomía de Cristo, en cuyo brazo derecho la descripción muscular, similar a la técnica del sfumato, insinúa que el cuerpo no está frío todavía. El prodigioso trabajo de los pliegues y el interés por el estudio de la anatomía humana remiten al más puro clasicismo, cuyos modelos quedan desbordados por el alto grado de veracidad que consigue.
Esta composición triangular –relacionada con el tema de la divinidad- nos presenta una Virgen que no llora como una madre terrenal, en ella prevalece la serenidad y se limita a manifestar su lamento a través del gesto de desconsuelo de su mano izquierda, suavemente levantada, habiéndose interpretado como una evocación de los sermones de san Bernardino de Siena, que describía a la Virgen sosteniendo en el regazo el cuerpo inerte de su Hijo recordando los días en que era niño en Belén.
Podemos resaltar por ejemplo detalles de la cara y el torso de Jesús. Ambos muy realistas. Se nota la mano del brazo derecho de la Virgen sujetando el torso, que como la imagen refleja tiene una anatomía muy bien tratada y conseguida. Apesar de que muestra una herida a la derecha de las costillas de su hijo muerto, el escultor nos presenta un cuerpo muerto sin rasgos de sangre ni dolor después del calvario, lo manifiesta con la dignidad de hijo de Dios. El rostro de Jesús, muestra una expresión plácida, casi descansada. Esto se puede interpretar como el hecho de que Jesús cumplió su mandato en la tierra. A su vez, Miguel Ángel creó un Jesús muy tranquilo, satisfecho de haber cumplido su misión.
Su majestuosa obra la concibió mediante una técnica escultórica muy llamativa que consiste, según el maestro, en sacar a la luz con paciencia y dedicación la propia naturaleza de la escultura que estaba en el interior del bloque de piedra.
El esplendoroso Miguel Ángel finalizó la obra días antes de su entrega y tan fascinado quedó con el resultado que plasmo con un cincel en la banda que atraviesa el pecho de la Virgen: Miguel Ángel Buonarroti florentino lo hizo, siendo ésta la única obra firmada por el artista.
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